Cada vez más, vivimos tan frenéticamente que nos olvidamos de que las cosas que realmente importan, las que no son de usar y tirar, llevan su tiempo. Lo peor es que nos están estamos acostumbrando a hacerlo todo por defecto con un objetivo, y pararnos dos horas y veinte minutos a mirar algo que a priori no parece llevar a ningún sitio nos supone un trauma.
'El Árbol de la Vida' me ha parecido una gran película porque, a pesar de su misticismo y aparente inintegibilidad, consigue transmitir un torrente de sensaciones sin caer en tópicos a base de unos planos que por separado sorprenden pero que combinados con una banda sonora original de Óscar (y tirando de clásicos como, entre otros, Bach) convierten algunos tramos de esta película en verdaderas joyas audiovisuales. La Gestalt, de nuevo, reafirmando su teoría.