Con la llegada del mes de junio todo ha cambiado un poco (y más que va a cambiar). Por un lado he terminado las prácticas en el Royal Ballet of Flanders, que ha sido toda una experiencia. He aprendido un montón en todos los sentidos, y voy a echar de menos a toda la gente que trabaja para que la compañía funcione. Forman un equipo de profesionales estupendos y desde aquí les deseo toda la suerte del mundo, porque están teniendo un montón de problemas económicos por sus tensas relaciones con el Gobierno flamenco, que es el que les da de comer. Si queréis más info, aquí tenéis un artículo del New York Times al respecto.
El fin de las prácticas significa que tengo un mes entero por delante antes de volver a España sin nada que hacer a nivel académico en la increíble Amberes, y como no me puedo estar quieto, estoy trabajando en mi primer cortometraje en solitario. Ya os iré informando, pero me temo que la idea que he tenido no va a explotar mucho el escenario en el que me encuentro, es lo que hay.
Y para julio, a la espera de una hipotética beca MEC para Berlín o algún país de habla inglesa, me quedo en casa que aunque no lo parezca, apetece; de prácticas, eso sí.
El tiempo vuela. Parece que fue ayer cuando empecé la carrera y el año que viene estoy terminando, por todo lo alto, eso sí, en Barcelona. ¡A aprovechar cada segundo que no vuelven!
Seguid intentándolo.